Las niñas, niños y adolescentes en
condición de pobreza, son más susceptibles a la vulneración de sus derechos
fundamentales que le otorga la Convención de los derechos del niño. La
pobreza se constituye en una verdadera amenaza para la infancia, por las
precarias condiciones que pueden ofrecer familias de escasos recursos.
Millones de niños y adolescentes de
Latinoamérica permanecen en situación de pobreza, y millones están
en pobreza extrema, y prioritariamente los menores indígenas.
Mejorar y dar atención de las
necesidades básicas de la niñez debe ser el objetivo de
las políticas públicas en materia de salud, educación, vivienda, saneamiento y
medio ambiente, para lograr aminorar los crecientes índices de afectación y
vulneración de los derechos de la niñez.
La pobreza impide la realización de los derechos de la infancia, al tiempo
que debilita el entorno protector del menor de edad, ya que el maltrato y la
explotación de la infancia están vinculados a una pobreza generalizada y
profundamente arraigada, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(Unicef).
Diversos estudios muestran que más de mil millones de pequeños sufren
una grave carencia de por lo menos uno de los bienes y servicios necesarios
para sobrevivir, crecer y desarrollarse.
Unas de los efectos mas devastadores de la pobreza es la
desnutrición, que es causante de muertes de niños menores de
cinco años.
También el tema sanitario presenta un panorama desolador, ya
que unos 270 millones de niños, algo más del 14 por ciento de toda la población
infantil en los países en desarrollo, no tienen acceso a los servicios de
atención de la salud. Millones de infantes en el planeta carecen de cualquier
tipo de instalación de saneamiento y no tienen acceso a agua potable, lo cual
provoca miles de muertes al día.
El tema educativo señala que muchos niños no han acudido nunca a una
escuela, pese a que la educación es considerada una de las barreras más firmes
contra la pobreza.